
Pero no estaba asustado. Se veía a si mismo como uno de esos héroes que habia conocido en los comics durante la infancia. Ahora era el momento de jugarse el todo por el todo. Estaba en juego su vida, pero por encima de ella estaban la bandera, su país y su gente. La moneda ya estaba en el aire: Cara o ... cruz. Contó mentalmente hasta diez, cerró los ojos durante unos instantes para concentrarse y comenzó a correr como nunca antes lo habia hecho. Ahora tan solo escuchaba el silbido mortal de las balas que furiosos iraquíes lanzaban desde sus viejos Kalashnikov.
Y de repente, oscuridad. Ya no había enemigos disparando. Ya no estaba el implacable sol del desierto quemando su cabeza rapada. Solo una voz de fondo:- Te dije que apagaras el ordenador. Tienes la comida en la mesa. Si amigos, la madre de John le bajaba de su particular tribuna de héroes. La misma que le llamaba subnormal mientras tiraba del cable de la pared.
giorgiopay (c) 2006
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